3 nov 2009

El Salón de las Mujeres es una sala de partos. Y es la Casa Rosada.

Jueves 29 de Octubre, canta el calendario.
Con tanta patria hembra no podía ser de otra manera.
Todos aguardan la palabra de esa mujer que empieza a hablar. Cristina Fernández de Kirchner, Presidenta por mandato de las mayorías populares.
Está anunciando la asignación universal por hijo.
Y se emociona al hacerlo.
Como si cargara con la vergüenza de un país entero, de su historia, de sus penas más hondas.
Como si dijera: ¿por qué tardamos tanto?.

Y nos mirara a los ojos, interpelándonos y pidiendo ayuda.
Lo hicimos, dice alguien. Creí que ya no lo vería, musita otra voz.
Es Cristina la que habla, la que anuncia y decide que es ahora.
Que no hay tiempo que perder.
La Nochebuena esta vez, será un poco más justa. La pobreza duele siempre.
Pero la de los pibes, es algo más que una injusticia.
Es un crimen que ofende.
Un Cristo crucificado.
Un dolor que de tanto dolor se quedó sin lágrimas.
Es para ellos, los privilegiados de Evita, la asignación que decreta Cristina de un plumazo.
Todo acto de amor empieza en un abrazo.
El decreto es sólo eso, dice la Presidenta.
Allá afuera, la vida sigue. Decime que me querés, y limpia el parabrisas.
No te olvides de mi, chabón, y ensaya malabares en el aire sin pelotas.
Ya era hora que te acercaras, y vende un ramo de jazmín en plena calle.
No soy distinto a usted aunque parezca, y acumula los cartones en su carro.
Esta asignación universal es un acto de amor en la víspera mejor.
Anuncia el porvenir. Redistribuye la riqueza y las estrellas.

Por algo se empieza, dirá Juancito. Y empieza a correr como si fuera su fiesta, a juntar a los pibes de la villa, a contarles lo que acaba de escuchar.

Este día, los únicos privilegiados son ellos.

Entrarán por el ojo de una aguja como un camello de miel. Escaparán de a poco de ese frío en la panza que les duele tanto.
La pobreza nunca es digna en un país desigual.
Que nadie importe más que ellos, este día.
Porque de ellos y de los poetas será el reino de este mundo.
Otro día.
En la cuna del hambre mi niño estaba.
Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre, escarchada de azúcar, cebolla y hambre… decía a su hijo hambriento, Miguel Hernández, desde la prisión fascista.
Vuela niño en la doble luna del pecho, él triste de cebolla, tú satisfecho. No te derrumbes. No sepas lo que pasa ni lo que ocurre.
Y dice Jaime Quesada, chileno de Salvador Allende la cordillera, allí donde hoy está esa mujer que sigue hablando de la asignación universal.
Digo pan. Y la mesa extiende su mantel como un cuaderno de dibujo y en un abrir y cerrar de ojos ya no existe el pan ni la mesa ni el mantel. Sólo el retrato hablado de mi hambre. La madre engaña a su hijo con un cuento. Y el plato de sopa queda limpio. El hijo crece. Se hace hombre. Se casa. Y tiene un hijo. Y el hijo engaña a su madre con un cuento. Y el plato se ensucia con el llanto. Como verán, el anuncio convoca sólo emociones. Y siguen los poetas.
Nicolás Guillén inventa una canción de cuna para despertar a un negrito.
Y Juan Gelman recuerda a su hijo secuestrado, torturado, muerto, desaparecido y dice que un niño hunde la mano en su fiebre y saca astros que tira al aire y ninguno ve, yo tampoco los veo, yo sólo veo un niño con fiebre que tiene los ojos cerrados y ve animalitos que pasan por el cielo, pacen en su temblor…

Que hable Raúl González Tuñón y su poema para un niño que habla con las cosas.
Y diga. Toma este mundo, cuídalo. Es una cosa seria y una simple cosa.
Un mapa con las rutas que siguiera Juancito Caminador, tu viejo. La Esperanza.
Y una caja de música que traje de la estrella. Toma este mundo, tómalo.
¡La vida es vasta y bella!. Mira siempre allá lejos, hijo mío… allá lejos.

Y dice Cristina, que seguirá peleando por más trabajo decente y más inclusión y más justicia. Pero que ella sola no puede hacerlo.
Sólo es de buena leche darle las gracias, Presidenta.
Y ofrecerse en la pelea.
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1 comentario:

Viviana dijo...

Que maravilla, no se puede leer sin llorar

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